El DART de Dublín, que recorre su bahía de norte a sur, es un tren pensado para comunicar el centro de la ciudad con la periferia, pero dadas las características de los pueblos que comunica, es un perfecto tren turístico.
Los trenes de cercanías son líneas concebidas, casi siempre, para el trabajo, por lo que entre semana sufren las aglomeraciones de empleados con cara de cansancio que van de su casa a su trabajo y de su trabajo a su casa. Sin embargo, en algunas ocasiones hay algún elemento diferenciados que los hace especiales para el turista porque su recorrido transcurra por lugares de interés para una breve excursión de un día. En estas ocasiones, los turistas sustituyen al trabajador en los asientos del tren y aprovechan la buena conexión de transporte público que se les ofrece para disfrutar al máximo de un paseo por los alrededores de la ciudad.
Este es el caso del DART de Dublín (que, aparte de significar «dardo», es el acrónimo de Dublín Area Rapid Transit), el tren que nos lleva por toda la bahía de Dublín desde Howth y Malahide– en el norte-, a Bray– en el sur-, en un recorrido que durante muchos kilómetros va paralelo a la costa, con algunas paradas en pequeños pueblos interesantes de visitar.
Excursiones cerca de Dublín en tren
Tengo que reconocer que Dublín me atrae mucho más de noche que de día. Habrá quien disfrute más de un día de compras en la animadísima Grafton Street o del mirador panorámico del bar de la Fábrica de Guinness, pero -para mí y creo que para muchos- la verdadera vida empieza a última hora de la tarde, cuando la gente se reune masivamente en los pubs para comenzar la que sin duda es una de las noches más animadas de Europa. Sin embargo, eso no quiere decir que sea buena idea quedarse en Dublín durmiendo la resaca, ya que a pocos kilómetros de la ciudad hay paisajes y pueblos muy interesantes para el turista.
Mi principal apuesta para las excursiones en las proximidades de Dublín es, siempre, Glendalough y el condado de Wicklow, pero… hay que reconocerlo, no es fácil llegar hasta allí si no se dispone de coche o no se contrata un tour organizado. El autobús St. Kevin, que llega hasta allí, no es especialmente frecuente y no facilita mucho el desplazamiento.
Sin embargo, el DART es rápido, barato y dispone de bastantes frecuencias a lo largo del día con lo que, pese a las constantes -y merecidas- críticas que se lleva el transporte público en Dublín, resulta una opción bastante fiable para las excursiones cerca de la ciudad.
La línea de tren es extensa y los lugares que ver son bastantes, pero recomiendo no intentar hacer toda la ruta el mismo día. Lo mejor es partirla en pequeñas excursiones individuales o hacer en una jornada los pueblos del norte de Dublín y en otrae los del sur. Para salir de Dublín, las tres estaciones más céntricas son Connolly (desde Dublín 1 y la zona al norte del Liffey), Tara Street y Pearse (desde Dublín 2 y los barrios del sur del Liffey).
De Dublín hacia el norte: Howth y Malahide
Al norte, la línea tiene dos excursiones de especial interés. Son pueblos pequeños, pero con bonitas vistas y rincones por los que pasear. Howth es una pequeña localidad enclavada en una Península, con gran tradición pesquera y ciertas reminiscencias vikingas -hay quien se atreve a producir salmón en la localidad y todo-. Se llega allí en aproximadamente media hora desde Dublín.
Lo mejor, pasear por sus calles tranquilas, comer en algún pub, y -si se tienen fuerzas y ganas y el día acompaña-, poder subir hasta lo alto de la colina cercana, desde donde se tienen grandes vistas de la parte norte de la bahía de Dublín. A quien le guste especialmente la naturaleza y visite la zona en verano, siempre podrá hacer una pequeña excursión en barco al islote del Ojo de Irlanda.
A pocos kilómetros, Malahide mantiene también un aire tranquilo de pueblo costero con ciertas aspiraciones de clase alta. Los barcos pesqueros de Howth se sustituyen aquí por pequeños yates de recreo y, por el pueblo se extienden agradables calles comerciales con tranquilos cafés y restaurantes. En Malahide es famosa también por su castillo y los jardines que lo rodean. Es una visita agradable, que puede merecer la pena. Si se viaja con niños, por cierto, en el castillo hay una maqueta de la red ferroviaria irlandesa que les encantará.
De Dublín hacia el sur: Sandycove, Dalkey y Bray
Quien haya vivido en Dublín, lo sabrá: Los distritos impares son los que están al norte del río Liffey y tienen un menor poder adquisitivo, y los pares ocupan la zona al sur del río y están considerados como la parte «pija» de Dublín. Desde el señorial 2, pasando por el moderno 4 donde se han asentado grandes multinacionales y siguiendo por zonas residenciales hasta llegar a zonas más exclusivas al sur de Dun Laoghaire. La vida y milagros del habitante típico de estas zonas está excepcional y delirantemente documentada en las novelas de un joven autor llamado Ross O’Carroll Kelly- quien nunca se llevará el Nobel, pero resulta tremendamente gracioso y es de lectura obligada para quien quiera comprender algo de este Dublín moderno surgido del boom económico-.
La vía del tramo sur del DART va, durante bastantes kilómetros, encajonada entre costa y mansiones más o menos lujosas, por lo que resulta un tramo bastante agradable de disfrutar desde la ventanilla. No lo es menos, de vez en cuando, bajarse en alguna de las estaciones, pasear por los pueblos pequeños y, si apetece caminar, incluso hacer el recorrido entre dos de las estaciones a pie.
Sandycove y Dalkey son dos de estos pueblos que se pueden visitar. En Sandycove, por ejemplo, llama la atención la torre circular de vigilancia que se alza frente al mar y donde James Joyce dio comienzo a su mundialmente famosa Ulises.
De todos modos, Bray es el lugar más interesante al sur del DART, aparte del final de la línea. Es un centro turístico tradicional irlandés, con una extensa playa de pequeños guijarros y un curioso color marrón, que tiene en primera línea de costa pequeños chalets, hotelitos, restaurantes y pubs y hasta un pequeño centro recreativo familiar. No es fácil ver la playa llena, más que nada porque el tiempo no suele acompañar, pero los días de sol es especialmente agradable para un paseo y en verano es un destino típico de muchas familias (hay, incluso, un festival para ellas). También, más allá de la playa, se puede seguir durante unos kilómetros el camino que va paralelo a la costa, sobre las rocas o subir a la colina Bray Head, desde la que se tienen muy buenas vistas del sur de la bahía de Dublín.
No son las únicas excursiones que se pueden hacer con el ferrocarril en los alrededores de Dublín, aunque quizá sí sean las más conocidas y típicas. Son, por lo general, pequeños pueblos, en los que pasear y perderse un poco; bastante tranquilos, pero con mucho encanto. Todos ellos, a menos de una hora del centro de Dublín. Para conocer mejor los horarios y las rutas del DART, encontraréis información en la página web de los Ferrocarriles Irlandeses.